El ser padres es una experiencia única y emocionante, que nos llena de alegría y grandes deseos para el futuro. Sin embargo, el ser padres lleva de la mano una responsabilidad enorme en el desarrollo del niño en todos los ámbitos. Se transforman en los promotores principales para que sus hijos alcancen el máximo potencial posible.
Al nacer, el bebé viene con un programa genético específico que determina las características de su sistema nervioso y de sus neuronas, que son las células nerviosas que ayudan a transmitir la información para el buen funcionamiento de nuestro cuerpo y un adecuado comportamiento en los distintos ámbitos.
Sin embargo, este programa se modifica por las experiencias que va teniendo el niño en relación a su ambiente. Es decir, cada nueva sensación que tiene va cambiando la comunicación entre las neuronas, fortaleciendo las que le son útiles y necesarias, y debilitando aquellas que no aportan en su desarrollo. Esto es lo que se llama “plasticidad neuronal” y ocurrirá de manera beneficiosa sólo si el niño es adecuadamente atendido y cuidado en un ambiente activo modificante. Esta plasticidad es crítica durante la primera infancia, es decir, en esta etapa es donde tiene mayor probabilidad y facilidad de ocurrir.
Muchas veces sin darnos cuenta, podemos estar privando o tambien excediendo las instancias de estimulación en los niños lo cual no siempre será beneficioso. Por ejemplo, el tenerlo mucho tiempo en brazos es algo muy común, ya que de esa forma se demuestra la afectividad, sin embargo esta práctica pudiese estar limitando la capacidad de exploración o juego que le permita obtener información sensorial del ambiente y de su propio cuerpo; se limita la movilidad y po ello una disminución de la flexibilidad y del adecuado fortalecimiento de los brazos, tronco y piernas. Por lo tanto, podría presentar dificultades para gatear o mantenerse sentado de una manera estable que finalmente lo llevará a una restricción de sus actividades como jugar. Otro ejemplo muy común es el dejar al bebé en el andador; para un adulto puede ser la mejor opción, ya que esto le permite autonomia en su quehacer diario y control sobre él, sin embargo esta práctica no es considerada como beneficiosa, porque el andador le quita peso a las piernas del bebé, esto no permite que cargue sus pies sobre el piso, por lo tanto los músculos no actúan de la manera más eficaz, mantienen una postura que influye negativamente en sus rangos de cadera y no permite el buen desarrollo de la planta del pie. Un último ejemplo no recomendado, es facilitar el acceso a celulares, pantallas, tablet, ya que éstos limitan las posibilidades de juego, lo que lleva a una disminución en el desarrollo de la motricidad, de aspectos cognitivos e incluso en el desarrollo del lenguaje.
Por lo tanto, es necesario e importante que su hijo esté en el suelo (procurando un lugar seguro), que haga intentos de movimientos aunque sean fallidos, que tome cosas, que explore por su cuenta, que pruebe distintas posiciones, que juegue con juguetes adecuados y pertienentes a su edad, ya que todo esto permitirá el fortalecimiento de comunicaciones de neuronas que le llevarán finalmente a un aprendizaje del movimiento y por lo tanto, un adecuado desarrollo en los ámbitos sensoriomotor, lenguaje, emocional y cognitivo durante el resto de su vida.
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