Niños en situación de “pataletas”

Niños en situación de “pataletas”

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Expresar y modular algunas emociones suele ser complejo para los niños por sí solos. En este sentido, los padres y adultos que rodean al niño juegan un rol fundamental para ayudarles a aprender a reconocer y expresar de manera asertiva las emociones que los invaden con el fin de evitar conductas y/o situaciones disruptivas. Para lo anterior, se debe considerar que los niños se encuentran en pleno proceso de desarrollo y que naturalmente el comportamiento que éstos presenten, depende también del manejo de sus padres y de las herramientas que éstos le puedan otorgar a su hijo para hacer frente a situaciones de estrés y tensión.

Cabe señalar que entre los 2 y 4 años es frecuente, normal y esperable que los niños reaccionen con rabietas o pataletas frente a situaciones que les provocan rabia o frustración, presentándose muchas veces un desgaste emocional a nivel de adultos. No obstante, los padres deben recordar que las pataletas son necesarias para el desarrollo de los niños, ya que a través de éstas sus hijos pueden ir aprendiendo a identificar las emociones y conocer las mejores maneras de expresarlas. Se debe mencionar que los niños no generan pataletas con intenciones de dañar a los adultos, sino que son parte del proceso de adaptación al mundo que los rodea. Por eso no es posible evitar la aparición de todas las pataletas y los padres no se deben sentir culpables por eso.

Las pataletas en los niños pueden desencadenarse por diferentes razones tales como: frustración cuando algo no les resulta, sentirse no escuchados o incomprendidos, expresión de algún malestar, entre otros. Ahora bien, es normal que cualquier persona sienta enojo o frustración cuando algo no resulta; sin embargo, lo importante es comprender que los niños no tienen las mismas herramientas que los adultos para comunicar lo que necesitan, sienten y piensan. De esta manera, las pataletas se convierten en una forma de comunicación y es necesario que los padres logren ponerse en el lugar de su hijo y tratar así de comprender su reacción y ayudarlo a entender lo que le ocurre.

En este sentido, y si los padres otorgan un espacio para intentar comprender las pataletas, desplegando empatía y contención, mostrando una actitud positiva frente a los berrinches e intentan llegar a acuerdos con su hijo, las pataletas progresivamente irán disminuyendo en intensidad y frecuencia. Por tanto, si los padres son capaces de mantener la calma cuando se enfrentan a una situación frustrante, estarán reflejando y enseñando también maneras adecuadas de manejar la ira y frustración y el niño aprenderá otros modos de expresión.

¿Cuándo consultar?

Cuando evidenciemos que a pesar de todas las estrategias desplegadas como padres no se generan cambios o aperturas para lograr los resultados esperados.

Por último, y considerando lo anteriormente planteado, lo fundamental es que los padres mantengan la calma ya que éstos son modelos para sus hijos. Un ambiente tranquilo ayuda a recuperar el control. ¿Cómo? Un abrazo u ofrecer actividades que promuevan la distracción pueden atenuar o evitar una gran pataleta. Si el niño logra calmarse, los padres deben reforzarlo positivamente y hacerle saber que valoran su esfuerzo y conducta. Del mismo modo, se debe intentar entender cuál fue el factor que gatilló la rabieta y ponerle nombre a lo que estaría ocurriendo, por ejemplo, “te dio pena porque tenías muchas ganas de jugar con esa muñequita y otra niña lo tomó” ; “te enojaste porque se rompió el autito”.

Por otro lado, es importante evitar el uso del “tiempo fuera”, dejar solo al niño “hasta que se le pase” o mandarlo a su pieza “a pensar”, ya que estas estrategias no lo ayudan a que aprenda a manejar sus emociones sino que posiblemente aumenten la rabia y pena. Asimismo, para facilitar que un niño colabore con las órdenes o reglas del hogar, evitando una pataleta, los padres pueden desplegar el juego y el humor como herramientas. No olvidemos que la forma en que nos dirigimos a los niños es fundamental para el logro de un comportamiento esperado. Por ejemplo, decirle al niño “ordena tu pieza” no es lo mismo que señalarle “¿quieres ser mi ayudante especial para ordenar y guardar los juguetes?”.

Por lo tanto, manejar respetuosamente una pataleta no significa entregarle inmediatamente al niño lo que pide o dejarlo hacer lo que quiera. Si bien esto puede calmarlo momentáneamente, no ayudará a evitar el siguiente berrinche y entregará un mensaje confuso al niño, ya que éste aprenderá que lo anterior es un medio eficaz para lograr su objetivo. Lo fundamental entonces, es darse cuenta cuando una situación le genere ira, pena, rabia o frustración y entender que ese sentimiento es natural por lo que no queda más que contenerlo y ayudarlo a sentirse mejor nuevamente, siendo empático y paciente.

La tarea de ser padres es cada día más dificil, están expuestos a multiples desafios que el ambiente les exige y entre ellos, el rol de educar las emociones de sus hijos. Por ello, es importante que busques una adecuada orientacion, el cual te ayude a manejar esto y otro tipo de situaciones.

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Grupo Psicoeduka.

 

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