Retorno a clases: Efectos emocionales y psicológicos en niñas/os

Retorno a clases: Efectos emocionales y psicológicos en niñas/os

La pandemia ocasionada por el COVID-19 ha significado una crisis sociosanitaria histórica que ha llevado a tomar diversas medidas que permitan controlar la transmisión del virus e intentar aliviar la carga de los sistemas de salud de cada país. Una medida que ha sido implementada por una gran cantidad de países ha sido el cierre de escuelas, ya sea de manera total o parcial, lo que ha implicado que a lo largo del mundo más de 1.500 millones de estudiantes de 188 países se han visto afectados por esta medida, lo que presenta más del 91% de la población estudiantil mundial UNESCO (2020).

Si bien, estas medidas podrían considerarse estratégicas desde el punto de vista sanitario, e incluso una opción para quienes consideraron que el 2020 fue un “año perdido” en cuanto lo académico, hay que tener en cuenta que este tipo de medidas afectan negativamente otras dimensiones del bienestar de los involucrados, sobre todo a los Niños, Niñas y Adolescentes (NNA) quienes son más que vectores que pueden transmitir el virus y quienes ha tenido que adaptarse y lidiar con las repercusiones emocionales, psicológicas y sociales de dichas medidas, como por ejemplo en la alimentación, la convivencia familiar, la salud física y mental, y el desarrollo cognitivo y socioemocional (Eyzaguirre, Lefoulon & Salvatierra 2020). Es por ello, que es necesario poner sobre la mesa las repercusiones y efectos adversos que tiene el no retomar las clases y la importancia de considerar la pronta apertura de los establecimientos, a medida que las condiciones sanitarias lo permitan (Eyzaguirre, Lefoulon & Salvatierra, 2020).

Desde el año 2020, los establecimientos educativos han buscado adaptarse a la modalidad online, ya sea mediante clases online asincrónicas, cápsulas de aprendizaje pregrabadas, envío de guías por mail y/o comunicación telefónica (Correa, D. et al, 2020), y si bien, es posible que algunos colegios y equipo docente hayan logrado entregar seguimiento y apoyo afectivo a sus estudiantes, lo cierto es que no es una realidad a la que todos y todas puedan acceder, no logrando reemplazar los espacios que genera el espacio presencial, puesto que la experiencia online está sujeta a variables como la edad del estudiante, la situación emocional, motivacional y ambiental -intrafamiliar y social- en la que se encuentre (Correa,D. et al, 2020)

Aquello, ha dejado en evidencia las brechas y desigualdades de acceso a la educación, lo que puede suponer un retraso en el aprendizaje, lo cual sumado a la falta de contacto con el docente y los compañeros puede llegar a debilitar el vínculo del estudiante con la escuela y pueden producir desmotivación por retomar los estudios (Raczynski 2002; Rivas, Beltrán y Salazar 2013 citados en Eyzaguirre, Lefoulon & Salvatierra 2020). lo puede llevar a la deserción escolar, la cual según las proyecciones del Ministerio de Educación existirá un número importante de estudiantes que abandonará el sistema escolar llegando a una deserción un 43% mayor que la actual (Correa, D. et al, 2020).

Otro aspecto que se ha dejado en evidencia en medio de esta crisis sociosanitaria, es el rol que cumplen los establecimientos educativos en el desarrollo socioemocional de Niños, Niñas y Adolescentes, puesto que va más allá de prestar atención a las clases y adquirir conocimientos, sino que también incluye, por ejemplo, el generar un espacio de socialización, distracción, entretención, ya que el poder compartir con su grupo de pares, así como con otras figuras adultas, le permite a los estudiantes, tener una fuente de modelaje, desenvolverse, desarrollar sus habilidades sociales(Correa, D. et al, 2020), así como también un sentido de pertenencia el cual, se nutre de experiencias significativas con otros y se satisface compartiendo pensamientos y sentimientos, así como con aceptación, respeto, reconocimiento y comprensión (Echeita, 2020). Incluso, podría aumentar la motivación por el aprendizaje debido a la mayor interacción con los docentes y compañeros, además de otorgar un espacio con menor cantidad de distracciones, mayor rutina de aprendizaje y supervisión, especialmente necesario para niños con déficit atencional.

A su vez, los establecimientos educativos cumplen con el importante rol de amortiguar las tensiones emocionales que se viven en el hogar del estudiante. Además de facilitar el establecimiento de una rutina más sana que permita la organización de la vida cotidiana, disminuir el tiempo de exposición a las pantallas, regular los hábitos de sueño, ofreciendo una sensación de estabilidad, cumpliendo con el programa de alimentación en colegios (asegurando un soporte nutricional) especialmente en familias vulnerables (Correa, D. et al, 2020).

Sin embargo, estos roles se han visto afectados debido a la cuarentena, provocando un quiebre en la continuidad de las rutinas que solían tener, implicando la separación de vínculos con otros significativos, lo cual a su vez causa malestar y desgaste psicológico en los niños, siendo una experiencia asociada a sintomatología depresiva y de estrés postraumático; vivenciándose con desagrado, ya que implica la separación de los seres queridos(sentirse aislado), la pérdida de la libertad relacionado a las limitaciones para el movimiento y actividades de recreación, la incertidumbre sobre la situación de la enfermedad y el aburrimiento (Brooks et al., 2020 citado en Retamal, 2020).

Otro punto relevante a mencionar, es la dificultad de acceso a contextos de protección frente a situaciones que amenacen los derechos de los estudiantes, ya que debido a la cuarentena, se produce un corte abrupto de las relaciones seguras, positivas y de apoyo en las que NNA confían cuando se encuentran en dificultades, pero que dejan de estar disponibles por la cuarentena (escuela, familia extendida y comunidad), existiendo un mayor aislamiento e invisibilidad de familias maltratadoras, y mayores dificultades para denunciar incidentes. (Cifuentes-Faura, 2020). Eyzaguirre, Lefoulon & Salvatierra (2020) indican que, en esta misma línea, existe mayor exposición a ambientes de estrés familiar producido por la pérdida del empleo, reducción del ingreso familiar, hacinamiento, el aislamiento, el confinamiento excesivo y la ansiedad, por la salud y las finanzas, lo cual se considera un factor de riesgo ya que está comprobado que un alto nivel de estrés en los padres o cuidadores facilita la aparición de malas prácticas parentales, como por ejemplo posibles actos de violencia psicológica, física o ambos (Bott et al., 2019 citados en Salas et al., 2020).Se calcula que cerca de 860 millones de NNA se verán afectados por las medidas de cuarentena (Orgilés et al., 2020 citado en Retamal, 2020). Es por ello, que deben tenerse en cuenta los aspectos antes mencionados a la hora de plantear el retorno a clases, puesto que la modalidad online puede representar una dificultad o un aumento en la brecha de educación de niños y niñas, lo que puede llegar a repercutir en su motivación, estado de ánimo, y posible deserción escolar, la cual puede afectar más a aquellos quienes presentaban complicaciones incluso antes de la pandemia.

También, es necesario considerar que, en cuanto a la modalidad online, además de aspectos como accesibilidad, apoyo familiar, entorno en el que se realicen las clases, hay que considerar a aquellos estudiantes diagnosticados de hiperactividad o TDAH, con necesidades educativas especiales o con problemas de aprendizaje, así como también, en estudiantes con trastorno del espectro autista (TEA) el aislamiento puede ser difícil de asimilar, presentan ansiedad e incremento de las estereotipias, por lo que necesitan apoyo adicional para adaptarse a esta nueva situación y entender que está pasando (Cifuentes-Faura, 2020).