Hay una frase que dice “a nadie se le enseña a ser padre o madre”, pero lo cierto que es que todos, o la gran mayoría, tratamos de entregar lo mejor a nuestros hijos para que en el futuro, sean adultos responsables, respetuosos y, sobre todo, felices.
No obstante, este camino se vuelve cuesta arriba cuando los niños parecieran nacer con la palabra “no” incorporada como la principal de su vocabulario. O peor aún, cuando nos enfrentamos constantemente a comportamientos desafiantes y oposicionistas que muchas veces nos sobrepasan.
En ese contexto, es importante aprender a reconocer las diferencias entre conductas difíciles aisladas o lo que los psicólogos denominan el “Trastorno Negativista Desafiante” (TND) que involucra una serie de síntomas y requiere tratamiento. Éste se inicia en la edad escolar, produce un deterioro significativo de la actividad social, académica e incluso, en la adultez, laboral, y se define por un patrón recurrente de comportamiento oposicionista, negativista, desafiante, desobediente y hostil hacia las figuras de autoridad.
“Se trata de niños que están en una constante actitud de sobrepasar los límites, desde cosas muy simples hasta casos más extremos. Muchas veces son niños con quienes los padres sienten que los momentos de alegría y tranquilidad son escasos, ya que el niño está “siempre enojado”.
Entre los síntomas específicos de esta patología se encuentran: el enfado con frecuencia, escasa tolerancia a la frustración, molestia constante y deliberada a quienes los rodean, irritabilidad, lenguaje poco apropiado para su edad (insultos y palabras hirientes), actitudes vengativas, acusaciones a otros de sus errores, problemas académicos, sociales, entre otros.
Al momento de establecer un diagnóstico es importante saber que el rol de los padres es fundamental para poder tratar estas conductas. “Aunque les sea difícil, los padres deben hacer lo posible por mantener un entorno familiar armonioso. Es importante que lo escuchen y, junto con eso, buscar el origen de la conducta inadecuada, porque muchas veces son necesidades emocionales básicas no resueltas, y cuando se sospecha de algo mayor, es mejor consultar a un especialista”, explica la psicóloga de Psicoeduka, Mónica Ordenes.
Asimismo, la profesional añade que, por lo general, al padre o madre les cuesta asumir que los hijos tienen este tipo de problema, pero éste es el primer paso para solucionarlo. “Los padres deben ser los principales aliados de sus hijos para comenzar a revertir el problema. Diría que la clave ante estas crisis, es entregarle el cuidado necesario y escuchar con atención al niño”, señala la profesional .
En Psicoeduka, te exponemos algunas claves para manejar este trastorno:
1. No pierdas la calma: Mantente sereno y trata de calmar a tu hijo, sin intentar mandarlos, porque eso les genera más descontrol.
2. No cedas: Los niños con este trastorno creen que son iguales incluso a los adultos y no distinguen a las personas con autoridad de su entorno, por lo tanto es inútil que trates de hacerles ver, en ese momento de crisis, quién manda a quién.
3. Refuerza conductas positivas: Conversa con tu hijo, escúchalo y trata de entenderlo. Dale un mensaje claro donde las normas y los límites sean siempre las mismas y las consecuencias de las conductas de los niños no varíen según el día o según quien los cuide.
Si necesitas ayuda, no dudes en contactarnos, estamos en Santiago (Metro Manquehue) y Viña del Mar.
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