Por Diana Melo y Marí­a Camila Paternina

La memoria es considerada como la capacidad para recordar las cosas que hemos experimentado, imaginado y aprendido. Es muy útil pensar en la memoria como una serie de pasos en los cuales la información es procesada; es por esto que se hace la analogía con las computadoras en cómo estas almacenan y recuperan los datos (Massaro y Cowan, 1993, citado en Morris y Maisto, 2005).

Para hablar de memoria y sus tipos, es fundamental hablar de los registros sensoriales y cómo estos juegan un papel fundamental en el procesamiento de la información, cómo seleccionamos parte de este material para pensar en él y posteriormente recordarlo. Aunque todos nuestros sentidos poseen registros, los más estudiados son los registros visuales y auditivos. La información auditiva se pierde de manera más lenta que la información visual.

En la vida cotidiana, la información visual llega al registro, y esta nueva información es reemplazada casi al instante por la información antigua. Este proceso se conoce como enmascaramiento. Pero aquí surge una duda: si la información de nuestros registros sensoriales desaparece tan rápido, ¿cómo podemos recordar? Esto es gracias a la atención, que se define como el hecho de mirar, escuchar, olfatear y gustar de forma selectiva (Morris y Maisto, 2005).

De esta manera, la información que es atendida entra a:

  • La memoria a corto plazo o memoria de trabajo (MCP): es la encargada de conservar información en la que estamos pensando, almacena brevemente la nueva información y procesa la información seleccionada de los registros sensoriales y trabaja en ella. La MCP puede retener tanta información como la que es posible repetir o repasar entre 1.5 y 2 segundos. La codificación de la memoria a corto plazo se realiza por medio del bucle fonológico, que se encarga de la información verbal, y la agenda visoespacial, que codifica la información visual (Morris y Maisto, 2005). Los recuerdos de corto plazo parecen localizarse principalmente en la corteza prefrontal y el lóbulo temporal.
  • La memoria a largo plazo (MLP): todo lo que aprendemos se almacena en esta memoria, por lo tanto, es capaz de almacenar información durante muchos años. La MLP se divide principalmente en dos tipos de memorias:
    • Memoria declarativa o explícita: es una memoria que podemos expresar fácilmente en palabras, de la cual estamos conscientes y podemos describir fácilmente. Dentro de esta memoria se encuentra la memoria semántica, que hace referencia a los hechos y conceptos no ligados a un evento en particular; por esta razón se podría comparar con un diccionario lleno de distintos significados. Por otro lado, está la memoria episódica, que almacena eventos experimentados en un momento y lugar específicos, como los recuerdos personales, por ejemplo, qué desayunamos ayer.
    • Memoria implícita: es un tipo de memoria que no se puede expresar con facilidad en palabras, además de que no somos conscientes de tenerla ni podemos describirla fácilmente. Este tipo de memoria se divide a su vez en memoria procedimental, que está constituida por hábitos y habilidades motoras, como montar en bicicleta, tocar el violín o escribir nuestros nombres. También está la memoria emocional, que comprende respuestas emocionales aprendidas a varios estímulos, como el miedo a los insectos o la vergüenza por algo que hicimos.

Referencia
Morris, C y Maisto, A. (2005). Introducción a la psicología. (12a ed.). Naucalpan de
Juárez, México D.F.: PEARSON Educación.

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